lunes, 26 de marzo de 2007

Chapter 3: A la tercera...

Decidí abandonar la inmobiliaria que me estaba "ayudando" a buscar mi casa.
Me había desilusionado tanto que ya estaba resignado a vivir en la casa de mis padres hasta que me echaran y poder denunciarles por dejación de funciones. Pero por dejar de oir las voces de mi cabeza que me decían cuanto antes lo compres antes dejarás de pagarlo, di mi numero de teléfono a otra inmobiliaria. Fui y le conté a otra preciosidad llamada Judith lo que quería.
Judith apuntó en la hoja de inscripción lo que buscaba y estoy seguro que también apuntó que seguía siendo bajito y no tenía novia. Quedó en buscar cosas que se adaptaran a lo que quería en sus ofertas y quedó en llamarme. Dos días después había encontrado unas casas que más o menos se parecían a lo que yo buscaba.
Emocionado e ilusionado quedamos en ir al dia siguiente a ver lo que ella pensaba que podía ser mi casa. La primera casa tenía cosas buenas. Estaba cerca del centro y cerca de la casa de mis padres. Ya sabéis, vive de tus padres hasta que puedas vivir de tus sobrinos. La primera casa era una preciosidad por fuera. Una casa de principios de siglo XX, con unas paredes de piedra enormes. La cosa pintaba muy bien. El portal en madera decía, Dios, aquí vive gente de posibles.
Subo por las escaleras hasta el tercero. Abrimos la puerta y me encuentro con dos habitaciones que apestan a pis de gato. Una era el salón-cocina-comedor. Si amigos, un nuevo concepto de espacio único (loft, para los que tienen estudios) Era una sala abuhardillada con una ridi-cocina de dos fuegos, un fregadero con forma y color de cubo de playa, una mesa atornillada en la pared que se sujetaba con un pestillo de cuarto de baño. Para sentarse el dueño había colocado una especie de balancín, como el que hay en todas las series americanas en las que no viven en un piso. El salón cocina comedor estab separado de la habitación por un arco de ladrillo. La habitación era maja, tenía una cama de matrimonio, una tele pequeña sobre una mesita con ruedas, un armarito donde cabe toda la ropa que puede tener un tio bajito y que no tiene novia y una puerta sospechosa. Judith abrió la puerta y apareció un baño de los polly pocket. Si querías mear de pie lo tenías que hacer casi desde fuera del baño y la bañera era tan antigua que tenia dos alturas para que pudieras lavar la ropa sin tener que agacharte tanto, porque obviamente no había ni lavadora ni lavavajillas. Y pedía 17 millones de pesetas (102.000 euros). Me empecé a reír como no lo había hecho en mucho tiempo. Desde ahí nos fuimos a la siguiente propuesta.
La siguiente casa era una buhardilla modificada. Me explico, un único comprador se hace con todos los aticos y los convierte en una única sala. A simple vista la cosa prometía: un tercero en pleno centro de Burgos, grande y en un edificio recien reformado. Subo las escaleras y lo primero que veo es que la puerta blindada está recortada. Entro a la casa y veo que el baño tiene una ventana a cuarenta centimetros del suelo. Te tenías que tirar al suelo para tender la ropa, las habitaciones perdían tres y cuatro metros en los abuhardillados. Había una parte donde casi no podías ni meter una escoba. Yo, que no soy Yao Ming solo podía estar de pie cómodo en el cumbrero de la casa. La cocina estaba encastrada en el hueco entre dos columnas y los dos unicos armarios de la casa estaban en el piso de abajo, en algo parecido a una mini despensa. No sabía si reír o llorar cuando bajando de la casa me encontré con la mujer que vivía en esa casa y me dijo que si quería podíamos hablar del precio. ¡Quería 120.000 euros! ¿Y yo qué como si pago una hipoteca de 600 euros al mes señora? ¿Eh? ¿Gambas de Groenlandia? Me despedí de Judith y me marché a llorar a mi casa.


martes, 20 de marzo de 2007

Sin Pisos


Engañar a una amiga para que te acompañe a comprar ropa no es complicado. Tu vas con la idea de pillarte unos vaqueros, normalitos, pero no te apetece ir solo y ya no tienes edad para ir a comprar con tu madre. Por eso escoges a una amiga. Al final no te has comprado los pantalones que querías, ella te ha dicho que los pantalones vaqueros son un horror y que tu vida será más placentera con tus nuevos pantalones de pana.
Intentar que te acompañe a ver pisos es mucho más complicado y a mi me costó invitarla a caenar pero bueno, tenía que hacer la prueba.
Fui con mi amiga a la cita con los de la inmobiliaria. Esta vez en vez de venir la rubia super pija me mandaron al tipico tio de sonrisa perenne. Estoy seguro de que seguiría sonriendo mientras le dan de latigazos si con eso iba a venderte algo.
Me habían preparado dos casas que se adaptaban a lo que les había pedido. Yo, que iba confiado con mi radiante novia nueva, iba sonriente y tranquilo.

Primera casa: La primera casa era bastante céntrica. Era un quinto con ascensor, cosa importante. Llegamos al rellano, salimos del ascensor y veo que el tío de la oficina saca un manojo de llaves. Pienso, no puede ser que tenga tantas llaves, el portal, la puerta e igual una especie de despensa o trastero. Usa la primera llave y me hallo ante un pasillo con cinco puertas. Ahí me empiezo a desanimar. Saca otra llave y abre una de las cinco puertas, entramos y había una sala preciosa, abuhardillada, con una puertecita baja que daba a la habitación de matrimonio, que también estaba abuhardillada. Bien bonito, me gustaba. Entonces el tio empezó a perder mi respeto, me dijo que íbamos a ver el resto de la casa, sale, cierra la puerta y ¡me abre la siguiente! Allí había una salita muy mona, pequeñita, con un mueble chulo y una tele pequeñita, al lado estaba la habitación de los invitados con sus dos camitas. Se queda mirándome y lejos de acojonarse al ver la ira en mi cara, con su perenne sonrisa me dice que aún tenia que enseñarme más. Sacó la tercera llave y me llevó a la cocina. Era una cocina nueva, como no era muy amplia había tenido que alargarla y bueno, ahí dos personas podían poner una mesa de 45 y hacer como que comían. Los fuegos de la cocina estaban al fondo al lado de un armario con puertas de cristal. Me acerco, veo la cocina abro el armario y me encuentro ¡¡un retrete!! Acabo de abrir la puerta y veo un plato de ducha y en un hueco en la pared el lavamanos.
Me marché de esa casa casi llorando, pero no por mi, sino por el de la oficina, porque sus padres debieron haberle educado con sufrimiento y horas de desvelos y al final acaba intentando vender vertederos en lugar de casas.
Segunda casa: La segunda casa estaba en un sitio precioso, detrás de la catedral, a los pies de la montaña del castillo, en la otra acera del teatro... Era un bajo que tenía la cocina y el baño nuevos pero luego en el salón dormitorio básicamente me desencanté cuando vi las humedades en el techo a pesar del antihumedad que había en todas las esquinas. Otra cosa que no me gustó fue lo de tener que colocar la cama sobre el armario y subir por una escalerita sin pasamanos. Nunca sabes como vas a llegar...
Estaba visto que ni con novia me iban a enseñar algo decente, así que dejé de tratar con esa inmobiliaria...

martes, 13 de marzo de 2007

Origen...

Creé este Blog hace mucho tiempo, envalentonado mientras escuchaba Sunday Bloody Sunday de U2. Se me habían ocurrido mil razones para escribir cosas en Internet, paranoias varias de esas que se te ocurren a partir de la quinta cerveza, dudas existenciales sobre si los caballos tienen sobacos y demás.
Pero esa fase pasó, empecé a trabajar y se me pasaron las ganas. Ya sabéis el trabajo envejece, embrutece y ni Dios te lo agradece. Cuando llevaba un añito trabajando, unas vocecillas en mi cabeza empezaron a resonar: Cómprate una casa, me decían, es un buen momento.
En realidad, las vocecillas eran mis padres que ya estaban cansados de tener una especie de huésped parásito (apalancatus permanentis).
Buscar una vivienda digna, ojo solo digna, y además con un solo sueldo de mileurista ( ja ja, se creen que cobramos mil euros) es bastante complicado si no vives en un sitio como Badajoz o Ponferrada.
No es mi caso, yo vivo en Burgos. Y buscar una vivienda en Burgos es muy divertido. Empiezas con decisión a rebuscar en el periodico. Vas a la sección de anuncios, inmuebles, venta y empiezas a leer... El maravilloso universo de las siglas. Para que luego se quejen de los mensajes del móvil: G-3, c.c, h.m, 70 mts, 2 hab, 1 tlt + d, 240.000 euros.
Lo último era lo único que entendía.
Así que como buen pringado que no sabe ni por dónde le da el aire, acabé por ir de inmobiliarias. ¿Habéis visto algún documental de la 2? Si, esos que dan a la hora de la siesta. Pues yo cuando entré me sentí como una gacela herida en el Serengetti, siento que me van a despellejar, lo sé, pero no sabes cuando.
Me sentaron en una mesa y una chica super super amable, super super educada y super super pija me preguntó que qué estaba buscando.
Le conté que quería algo pequeñito, con una habitación a ser posible un ático o una buhardilla y de menos de 120.000 euros. La chica me miró con su cara de póker, pero estoy seguro de que en la ficha de la inmobiliaria pone que soy bajito y que no tengo novia.
Un día, una semana después me llama Vanessa ( si si, con ss) desde la inmobiliaria. Me han buscado cuatro pisos acordes con lo que andaba buscando.

El primer piso estaba en el centro, en el cogollito de Burgos y era un estudio. Un estudio, os explico brevemente, es una habitación donde en un mismo espacio hay una casa entera. Básicamente son los pisos de 30 metros en los que nos quería meter la ministra de vivienda. Pues a ver, esto eran 21 metros cuadrados, la cama estaba a la puerta, donde debería estar el armario estaba el baño y la cocina eran dos fuegos que salían entre el ventanal y una pila friegaplatos donde no cabía una botella de coca cola de las de 2 litros.

Lo segundo era un agujero hobbit. Básicamente el portal estaba excavado en la tierra, estaba hundido unos 40 centímetros. para subir, obviamente no había ascensor, la escalera medía un metro exacto de ancho. Yo tenía que subir casi casi de lado para no ir rozando las dos paredes. Entramos a la casa y el espectaculo era dantesco. La casa del pueblo, con sus grietas, sus humedades, el suelo de madera podrido, ya sabéis todas esas pequeñas cosas... La habitación que debía ser el salón tenía el suelo de tal manera que dejé caer un boli desde un lado de la sala y acabó rodando justo en el opuesto. Me marché cuando salimos de la casa y Vanessa no me pidió disculpas por haberme llevado a ver vertederos en lugar de casas.
Así que decidí que para el siguiente par de pisos llevaría a una amiga a ver si así, siendo dos, una pareja, me trataban con algo más de respeto.